
Los arboles comenzaban a esconder el cielo, el sol se despedía cuando ni la primera luna se avecinaba.
Pero la felicidad en sus interiores relucía como nada jamás podría relucir
Todo parecía tan frágil, como una burbuja creada por los espejos de su locura y sufrimiento
En su euforia los dos llegaron a un lugar sombrío, donde la ninfa jamás había llegado en sus paseos para recoger hierbas.
Se encontraron con una cueva, Gimply encendió un fuego y a su luz se acerco a la ninfa, la tomo en brazos, se quedaron mirándose como si la vida se quedara ahí, en esa mirada, nada mas importaba solo ella para el, y el para ella
Consumaron su amor y dos fueron uno esa noche...
la brisa encantadora de el bosque y el canto de su amada abrieron sus ojos y despertaron sus sentidos, con ella camino recogiendo frutos maduros de plantas que no reconocía.
El bosque se empezó a morir conforme avanzaban, los arboles se quedaban sin ramas y los arbustos sin hojas, ellos no dieron importancia y continuaron su camino ensimismados en sus pensamientos.
Vieron una estatua extraña, poco común y tenia forma de lo que parecía una gárgola muy Antigua; frutos salían de nada menos que de la piedra. Algo café rojizo con ramas espinosas
-Nunca había visto esta planta- dijo la ninfa.
-Pues démonos el deleite de ser los primeros en probarla- Dijo Gimply con entusiasmo
-No lo sé, esto se me hace bastante raro; tiene unas runas inscritas que no puedo leer, además un fruto saliendo de piedra? No estoy segura…-
El solo le cerró los ojos puso la esfera en su boca y sello el trato con un beso.
Y la Ninfa no volvió a abrir los ojos.
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