
¡Primavera! llegó, y no me avisó que había que agarrarse del sombrero, que tenía que colgar las cartas en la puerta y que los ánimos volvieron a bailar en las esquinas. Mucho menos me hizo caer en cuenta, de que a pesar de los muchos rumores, de la ducha con agua de mandrágora y de las velitas rojas puestas en la ventana, el amor no iba a llegar.
Esta primavera se puede joder, digo yo. De ahora en adelante alimentación en base Mariposas empaladas con Caramelo. -Va a llegar la policía de las cosas bonitas-, me dicen todos mis amigos, sacándose las manos de los bolsillos para frotarlas y luego jalarme de las orejas.
Pero yo ya estoy cansado y tengo las orejas muy rojas, ya compré las cosas necesarias y ahora solo falta el valor, pues el odio me royó la razón.
Ha llegado el día. Me froto las manos, me río un poco y nada más hace falta.
Dejé una carta diciendo adiós, en caso de que a alguien le importara.
Me pongo los guantes y el sweater, meto la media velada con huecos en mi bolsillo y entro. Esta tienda está horrible, debí haberlo pensado mejor... Ya no hay vuelta atrás.
-Esto es un asalto señores, pongan todas sus cejas en esta bolsa y acuéstense en el piso- digo mientras me tiembla la mano donde tengo la bola de cristal. -¡Ese se está parando- Me dice pitufo gruñón, que nunca se baja de mi hombro izquierdo.
le zampo una patada en el estómago; -Nada de hacerse el héroe, para eso están las marmotas- le digo. Habla mi rodilla -¿tenías que traer las pantuflas hoy?-.-Cállate rodilla, hoy no tengo tiempo para tus bobadas- le respondo. El botín no está muy bien, pero peor es nada, nos tomamos unas copas de angustia con cuadritos de azúcar y estamos listos para partir... ¿Pero qué es lo que estoy oyendo?
Puta madre, las sirenas de la policía de las cosas bonitas, las oigo cantar (¿Sabían que ellos usan sirenas de verdad, con escamas y brassieres de ostra?). La historia de mi vida; un fracaso tras otro. Nada más que hacer, vive como idiota, ama como idiota, muere como pancake.
Hubiera querido tener más tiempo para darme cuenta de lo que pasó, y de como me morí, pero eso no importa ya, sólo estoy seguro de que salí de la tienda con un tarro de tinta en las manos y que todo se puso negro-tinta, para luego ponerse negro-muerto.
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