
Son esas cositas, que dan caracter a mi espacio, las que evitan que pueda llegar cualquier pelmazo y arrebatarme mi identidad.
Trato de recordar en qué momento puse aquello, o cómo eso terminó ahí (No puedo), y veo el techo que está permutado a los mosquitos estampados que quisieron hacer publicidad de "La mejor molestia de todas".
Estas cositas son las que son. Las podría tener cualquier otra persona, del mismo color, en la misma posición, pero no sería lo mismo. Mis cositas; mi par de zapatos, que de a ratos es más que un par, tapas de lapicero (Los lapiceros se los lleva manolo, creo), algunos empaques de comida artificial vacíos, cáscara de fruta marchita, bolitas de icopor regadas en todas las direcciones y por cada centímetro de todo estan extendidos varios pedacitos de mí.
Pero acá no estás vos. ¿Por qué no estás? Maldíta sea.
A vecer llego a querer que esa silueta que a veces veo formarse en las noches de paranoia se pudiera convertir en la mujer con la que yo quiero estar, que se acurruque junto a mí en mi cama, que se deje contar un par de cuentos, ¡que duerma conmigo!
¿Quién fue el desgraciado que me hizo esta realidad? Aplastante. No importa cuanto crea que puedo volar, no puedo (mi hueso fisurado no lo conseguí jugando al fútbol) y no importa cuanto quiero estar con vos, no estás.
Y todo me va a durar hasta que oiga las palabras: "Limpie esto, que está hecho un chiquero!"
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