domingo, 18 de octubre de 2009

Y no es retórica...

T e
A doro
M ucho
O yistes?



Dispuse a tu nombre las cosas más mundanas -todas, de hecho-, todas las formas; reduje a tu espacio las causas de mi insomnio, de mis sonrisas, mis ganas de tocar, de sentir, de mirar algo hermoso. La materia prima de mi torpeza mana del frío de tus manos, tus caricias me muerden los labios con mis dientes, se estremecen las miradas. Y es que Amanda viene de amar, no podría hacer otra cosa... ¿Cómo no hacerlo?, y no es retórica, ¿Cómo salvarme de las consecuencias?, ¿Cómo evitar la injusticia de sobrepasar el cariño que cada uno le tiene al otro? ¿Cómo no quererte más cada vez que te veo pasar, besarme, besar el viento, tragártelo, tragarme, morderme?, y es que, como por enterarte, no soy viento, yo puedo besarte los besos, llorarte de alegría los mordiscos, dormir en tu cuello cuando me tragues, sentirte sintiéndome, sentirme sintiéndote. Dispuse mis momentos -todos, los llené de ausencia- a tu tiempo, tus dedos cortan los relojes cada cinco minutos, tu espacio está lleno de inconsistencias temporales, de inestabilidades castigables, autocacheteables. Te adoro, te lo digo a siete voces, te adoro porque no quiero ser injusto, te adoro tanto como podrías llegar a amarme.

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