Se me olvidaba

[Que esto existía)

Y como es costumbre de los eventos desafortunidísimos, llegan en los momentos de mayor tranquilidad.

Estaba en clase, con la cabeza sobre el puesto, mirando al horizonte y jugando con el bolígrafo en mi bolsillo. De repente, como si a nadie le estuviera importando, el profesor comienza a dictar algo, y yo, pues claro, tenía que copiar. Saqué el lapicero y lo puse sobre la mesa, entonces ya era muy tarde para darme cuenta que había guardado tres fantasías en ese mismo bolsillo, y que se habían caido. Una era con la niña de al lado. Ella, muy amable como siempre, se agachó para recogérmelas, pero al momento de tocarlas, el terror se apoderó de su expresión y se alejó corriendo. -¿Qué carajos Alejandro? Jamás dejaría que manejaras un tren volador con camino a Albuquerque, mucho menos con mi familia adentro- Dijo.

Fui objeto de risas por una semana y esa noche pasé varias horas dando vueltas en mi cama, masajeando mis sienes. Al final, después de muchas desesperaciones, me dormí, y soñé, pero ya se me olvidó. Igual todo se queda entre las sábanas, amores, lágrimas, preguntas existenciales, sobras de la comida de ayer y otro par de figuras literarias que no dudan en ponerse a bailar cuando se apagan las luces.
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Puede sonar como una atrocidad, reducir tu cuerpo a líneas, convertir semejante portal a la nada en un garabato 2-D. Pero es que es demasiado placentero, tratar de aunque sea, atinarle a alguna de las muchas curvas que te dan forma, que te amoldan a mi mirada, que facilitan el entrecierro de los ojos y la supresión de los sentidos que no son necesarios para mirarte.
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Es tan fácil decirte que sos bonita, a veces es casi un deber.
-Hola, estás bonita.
-Gracias, ¿cómo estás?
-Bien, estás bonita
-Gracias, ¿qué me cuentas?
-Cambiaron a mi portero, estás bonita.